lunes, 12 de noviembre de 2012

No me conformo

Foto: @JoanAlfonsLopez
Que sirva de algo. Ya sirvió de mucho, ojo. Porque ganar siempre vale tres puntos, que además en este caso sacaron al Nàstic de la humillante zona de descenso a Tercera División. Y la alegría de ganar y de hacerlo ante el Reus ha provisto de algo de orgullo, moral y optimismo a unos aficionados que viven una eterna caída libre desde hace seis años.

No entraré a analizar cómo jugó el Nàstic porque en partidos así siempre he pensado que la película se mueve en un espectro más bien anímico. Aunque es evidente que, pese a la victoria, el equipo de Javier Salamero no dio ningún recital y tiene un margen de mejora no sólo potencial sino exigible.

Pero prefiero quedarme con lo que supuso la victoria fuera de lo estrictamente futbolístico. Prefiero quedarme con esa dosis de alivio que, aunque para nada compensa, ni siquiera mínimamente, todo ese viaje al vacío iniciado en 2007, sí da un respiro, un pequeño oasis, una pausa de relajación mental y recarga de baterías anímicas. Una canita al aire, en fin, en medio del calvario.

Sin embargo, el derbi de ayer ante el Reus debe servirle al Nàstic de más. De mucho más. Debe servir de primera piedra, de cimientos de la reacción. Tiene que ser el inicio de algo. De un nuevo camino que posiblemente, vista la hazaña que haría falta, no alcance para disputar la promoción en mayo, o quizás sí, quién sabe, pero que al menos permita pelear por ella, dar guerra, para que el Nàstic y su gente se sientan vivos.

Menos de eso es muy poco. Es nada. Ganar el derbi no arregla una temporada. Ya no. Esas décadas murieron hace tiempo, porque por fortuna el Nàstic ha crecido mucho desde entonces, tanto que sus objetivos, sus metas, sus mínimos, están en otra dimensión. 

De forma que la victoria contra el Reus y todo su significado más allá de la sonrisa puntual -que esa sí es ya una realidad- quedan, por decirlo en términos jurídicos, pendientes de ratificación. Pendientes de que por lo menos las próximas semanas, tal vez meses, ojalá años, confirmen que ayer, en el Nou Estadi, algo comenzó a resurgir. Con menos, no me conformo.

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