domingo, 27 de mayo de 2012

La humildad de Guardiola

Lo dijo Jorge Valdano: "Existe el deseo de que Guardiola sea malo". Llevo yo (y no soy el único) cuatro años con esa impresión pero no habría sido capaz de resumirla en una frase tan concisa y explícita. Y comprendo ese deseo, porque el Barça de Pep ha sido tan elogiado, a veces desmesuradamente, por su fútbol y por todo lo demás, especialmente por la aparente humildad de puertas afuera en la victoria y en la derrota, que ha despertado celos en sus rivales. Muy humano, y no tiene nada que ver con los colores de unos y otros ni con una supuesta manera de ser colectiva.

Foto: Mundo Deportivo
Estoy seguro de que a mí, que soy culé, también me habría apetecido desenmascarar a un héroe rival si hubiera gozado de una admiración tan generalizada como la que ha despertado Guardiola. Porque lo que más envidia ha generado no son  los títulos, ni el buen juego, ni el carácter humilde y cercano de la mayoría de jugadores y técnicos, que obviamente también. Lo que más ardor desata es que el público neutral, el que no es de uno ni otro, así lo haya percibido y la sensación de que todas esas virtudes, las futbolísticas y las demás, eran ciertas, se ha extendido por todo el mundo del fútbol de forma abrumadora, con la única excepción del rival más directo y sobre todo su entorno. Un frente contrariado por tanta evidencia y que se propuso desde el primer día desenmascarar la mentira.


Pero ese deseo de que el entrenador del Barça -y, en general, el equipo- no fuesen tan perfectos como parecían ha generalizado el juicio injusto, la crítica gratuita, la tergiversación interesada. Y cuando, por ejemplo, al entrenador se le han escapado fugaces ironías contra algún arbitraje, que lo ha hecho más de una vez y no seré yo quien lo esconda; o cuando ha respondido sin la elegancia habitual a una provocación o a una pregunta incómoda; o cuando ha protestado desde el banquillo; le ha faltado tiempo a todo ese frente para sentenciar que al fin se había visto el verdadero rostro de Guardiola. Que a él también le molestan los errores arbitrales en su contra, y las críticas, y los falsos rumores sobre su vestuario; y que si no los critica o responde normalmente no es porque sea un santo, ni humilde, ni elegante, sino simplemente porque se lo calla y esconde la verdad. "Y eso es hipócrita", enjuiciaban, basándose en unos cuantos momentos puntuales (como hicieron en esta entrañable página web) que, lo calculo a ojo, no deben superar el 0,1% del tiempo que Pep ha pasado frente a las cámaras en estos cuatro años.

Yo, en cambio, no veo en todo ese silogismo argumental más que la definición de "educación". Porque ser educado es simplemente eso: controlarse, reprimirse los instintos, callarse lo que uno tendría ganas de decir, dejar de hacer lo que a uno le pide el cuerpo, por respeto a los demás. Es obvio que al entrenador del Barça le molesta un error arbitral en su contra. Y que le parecían mal muchas de las provocaciones rivales pese a que respondiera "no pasa nada". De lo contrario, más que humilde sería estúpido. Y si se lo ha callado la mayoría de veces no creo que haya sido porque no le molestase. Porque, insisto, más que de humilde eso es de tonto. Ha sido simplemente por educación. Como cuando uno, por educación, cede el asiento, cuando es evidente que, por instinto, preferiría seguir sentado. O cuando se le da la mano a alguien a quien no se soporta, sin tener ningunas ganas. O cuando -y perdón por la escena costumbrista- sólo queda un trozo de pizza y decimos eso de "tómatelo tú" cuando en realidad nos encantaría a nosotros. ¿Es eso hipócrita? Puede, porque es verdad que prefiero quedarme sentado, no dar la mano y comerme el trozo de pizza, y en cambio digo lo contrario. Miento, de algún modo. Pero a mí, más que hipócrita, me parece educado. Quizás la educación, por definición, sea hipócrita.

Es evidente, en cualquier caso, que en más de una ocasión Guardiola ha dejado de ser educado, perdiendo los nervios y dejando ver sus verdaderos instintos. Y ha sido entonces cuando se ha demostrado que sí, que le molesta que no le piten un claro penalti a favor, que le molesta que el entrenador del Real Madrid se pase el año provocando y que no soporta que la prensa afín a su rival tire de injuria como rutina argumental. ¿Cómo no iba a molestarle todo eso? ¿Acaso pensábamos que, por ser humilde de puertas afuera, era en realidad tonto? Guardiola ha sido un entrenador educado y humilde que por momentos, como cualquiera, ha perdido los nervios y se ha salido de  su propia pauta. ¿Significa eso que cuando se comportaba como un señor era un hipócrita? A mí sólo me parecía una persona educada. Mucho. Y a la mayoría del mundo del fútbol, también.

Y a los que no se lo parezca, un anuncio de antemano a título personal: si un día le doy la enhorabuena a un rival por haberme ganado, que no se crea nadie que me alegro de haber perdido. Lo hago sólo por educación. Preferiría haber ganado, de verdad lo digo. Pero así de hipócrita soy, que voy dando la enhorabuena.

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